sábado, 18 de abril de 2009

SOBRE EL "YO"

En este día de abril, lluvioso y desangelado, y por no frustar las expectativas de nuestra estimulante amiga Tánger (en realidad no sé si hay alguien más interesado), voy a continuar las consideraciones sobre esa primera instancia del psiquismo personal que conocemos como el YO.
En la lección anterior presentamos dos consideraciones. Continuamos con la 3ª:

3ª consideración: Como he intentado explicar, la imagen del YO se va perfilando a través de experiencias de percepción de la realidad objetiva y de la toma de consciencia de las propias reacciones de autorregulación (emocional, cognoscitiva y motora-conductual) frente a esa misma realidad. Puedo poner ejemplo de canciones en las que se pone de manifiesto la referencia a una imagen del propio YO conscienciada y autodefinida: “Yo no soy esa que tu te imaginas”,o “Yo soy aquel que por las noches te persigue”.

Esto supuesto, es interesante explicar, por contraste, en qué consiste la esquizofrenia, en cuanto que es un proceso malogrado, o dañado, de la formación de la autoconsciencia y definición del YO.
La esquizofrenia supone una deformación o pérdida de autoconsciencia de la propia realidad, y una despersonalización de la psique individual.

La integración unitaria del YO queda destruida, o dividida (recuerdo el famoso libro de Laing, del movimiento que se llamó “antipsiquiatría”, El Yo dividido) debido a que fuerzas emanadas del Inconsciente interfieren y arrasan al YO personal. En el cine se ha presentado muchas veces, de modo muy plástico e impactante, este fenómeno, en películas como El estrangulador de Boston, Diario de una esquizofrénica... Se podrían citar muchísimas más.

Podría proponer un nuevo objetivo terapéutico y psicopedagógico: No dar por cerrada la imagen de mi YO: completarla y enriquecerla puede ser una función y un objetivo psicopedagógico durante toda la vida de la persona.

En el cuento de la diferencia entre ciencia y sabiduría, que ya he relatado, se dice que del libro de uno mismo salen ediciones corregidas y ampliadas casi cada minuto. Yo escribí sobre esto en mi libro Viajes hacia uno mismo, y voy a aportar el texto:

Hay momentos, situaciones en la vida, en nuestro fluvial decurso evolutivo, en los que configuramos, perfilamos, acuñamos una imagen de nosotros mismos, y después nos aferramos a ella, como si el río de la vida se hubiera detenido en su curso, como si nos dijéramos "así soy yo, definitivamente", en una determinante fijación evolutiva.

Suelo entonces pro-poner, poner-en-frente, como contrastación dialéctica, el concepto -tan antiguo como el "panta rei" de Heráclito de Éfeso, o como las coplas doloridas de Jorge Manrique- de nuestro permanente fluir. "No somos", les contesto a quienes afirman autojustificadoramente "es que yo soy así", o a quienes interrogan "quisiera saber cómo soy: "no somos, les contesto, "sino que vamos siendo". Yaveh Dios se define, en la Biblia, como "el que es", definitivamente, como el mar, con su presencia completa, total e inmutable en su propio movimiento de vida en plenitud. En contraposición, el hombre se tendrá que definir, esencialmente, como el que no es, sino que va siendo, evolutivamente, progresivamente, acumulativamente, como el río.

No ir por la vida, ni caracterizar a los demás de torpes, o de listos, de feos o de bonitos, de vagos o diligentes..., porque alguna vez nos comportamos, o se comportaron así, o porque fue el rol que asumimos, o asumieron, en un momento dado. No quepa la menor duda de que, en el decurso de la vida o de la evolución, se irán incorporando a la imagen de uno mismo nuevos aspectos que completan, compensan o corrigen el bosquejo autoconsciente anteriormente configurado.



El Ideal del Yo

De lo anteriormente expuesto deduzco que para ir construyendo la identidad del propio YO, lo esencial no es preguntarse cómo soy, sino cómo deseo ser. No es coherente justificarse con el consabido “es que yo soy así”, “tienen que aceptarme como soy”... Ya que la identidad del YO no es algo que se tiene, sino algo que se construye. No es un ser sino un quehacer, un proyecto en continua construcción y realización. Lo leí en una novela muy antigua La máscara de carne. Terminaba diciendo que el verdadero rostro de nuestro YO es el de nuestro ensueño, es decir: el deseo de lo que queremos ser.

Es así como se va conformando el concepto de Ideal del YO (insisto en no confundirlo con el YO ideal del que trataremos más adelante, a propósito del SUPER-YO), concepto fundamentalmente axiológico o valorativo, que se integra en la consciencia y la preconsciencia de uno mismo, y que opera en la línea dinámica de la propia superación y autorrealización, como la fuerza motivacional más vigorosa del ser humano.

Dejo para la lección de la próxima semana una 4ª consideración sobre el YO, y de ella sacaremos varias consecuencias terapéuticas y psicopedagógicas.

miércoles, 1 de abril de 2009

Yo, Ello, Super-Yo

En esta primera mañana del recién nacido abril, con los cielos cubiertos, amenaza de lluvia y frío rechinante, retomo mi tarea semanal…
Como ya os señalé en la lección anterior, la segunda descripción del psiquismo personal, desarrollada por Freud en su libro El Yo y el Ello, presenta una Teoría del funcionamiento dinámico de nuestro psiquismo y una original concepción de la estructura de nuestra Personalidad.

La fundamenta Freud en tres sistemas de fuerzas en tensión permanente, que él denomina instancias (de instar, ejercer presión).

Una instancia impulsora que es el ELLO,
una instancia represora que es el SUPER-YO,
y una instancia reguladora que es el YO,

como el motor, el freno y el volante de un automóvil.


(Aquí he intentado poner un gráfico de las tres instancias y no he logrado hacerlo. Lamento mi impericia).




¿Dónde se encuentra mi YO?

Aprovechando el mismo esquema gráfico de la primera descripción tópica, diré que en el núcleo de la esfera Consciente se ubica el YO.

Frente a este primer esbozo de representación gráfica, voy a hacer cuatro observaciones o consideraciones:

1ª.- Una primera consideración es que nuestra realidad psíquica es mucho mayor, mucho más extensa, que nuestro YO. El YO viene a ser como la cresta del iceberg que emerge sobre la superficie, pero que deja sumergida e invisible una gran extensión de su realidad. De aquí se desprende un importante objetivo psicopedagógico: enriquecer el YO con una exploración más profunda y extensa de la propia realidad personal.

El “nosce teipsum” de Sócrates adquiere en esto su plenitud de significado: ampliar la autoconsciencia, reconocer y estructurar las motivaciones valorativas que impulsan y orientan nuestros comportamientos, definir al auténtico Ideal del YO (ya señalaré su diferencia con el YO ideal, que pertenece a la esfera del SUPER-YO).

Y desde este autoconocimiento acrecentado, desarrollar y potenciar la función fundamental del YO, que es la autorregulación. Mientras más extensa sea el área de autoconocimiento , mayor será la posibilidad de autocontrol y autorregulación.

2ª consideración: El YO viene a ser ese conjunto de datos sobre uno mismo que identificamos como propios y que enfrentamos a la realidad exterior. Es como un recorte de sí mismo, en medio de la realidad envolvente. Aunque lo que se recorta y se perfila de sí mismo es también una parte solamente de esa amalgama que constituye su realidad total a la que ha llegado la autoconsciencia. La otra parte de nuestra propia realidad total, la sumergida en el Inconsciente, al no pertenecer a la esfera identificada del YO, Freud la denominó el ELLO.
El niño al nacer es puro ELLO, una amalgama de energías impulsivas no reconocidas ni controlables, puesto que no existe todavía un YO capaz de autorreconocimiento y autocontrol. Tampoco se distingue de la realidad exterior, cuyo dato más importante en ese momento existencial, el pecho de su madre, lo experimenta como una prolongación de sí mismo. Esta es la teoría de Melania Klein. Por eso puede ser tan traumático y mutilador la separación del pecho materno si no se le proporciona paulatinamente objetos transicionales como el chupete, el peluche etc., tal como lo explica magistralmente Winnicott en “El proceso de maduración del niño”.

El niño se mira al espejo y no se reconoce. Y, a medida que va adquiriendo y organizando, muy rudimentariamente, datos sobre sí mismo, aprende a decir NO, que es un modo de independizar y diferenciar su YO de la realidad exterior, y aprende a decir MÍO. Es así el nacimiento de la autoconsciencia, como paulatino alumbramiento de la propia identidad, a partir del enfrentamiento con la realidad objetiva, la de uno mismo y la circunstancial. A partir de ahí ya empieza a reconocerse y a sonreírse a sí mismo ante el espejo.
Si me decido a explicarlo desde el punto de vista neurofisiológico, diría más o menos esto: que el niño, desde que pone pie en la existencia, en el medio cósmico, está sometido a un hervidero de estímulos, tanto a los interiores de su organismo (hambre, frío, calor, picor, dolor...) como a los exteriores. El sistema nervioso va filtrando permanentemente un caudal de informaciones. El cerebro los va seleccionando, los va organizando, y los va reconociendo paulatinamente al aplicarle el lenguaje que los clasifica y los convierte en ideas (palabra que deriva del griego eidos y que significa representación). Estas re-presentaciones de los estímulos provocan reactivamente impulsos, que se canalizan en emociones y sentimientos, y activan el movimiento que determina la acción... Todo esto a nivel fisiológico supone la movilización de miles de millones de neuronas dirigidas por unas pequeñas conexiones que se llaman sinapsis. Hay un libro, ahora no recuerdo de qué autor, que se titula El hombre neuronal, porque es así como se constituye la persona a nivel neurofisiológico, a través de una red conexionada por neuronas que van procesando y transmitiendo todo ese complejo mecanismo cerebral.
Con estas reflexiones pretendo decir que el centro, el eje, el cibernetes de todas esta operaciones es, al nivel que se refleja en el sistema Consciente, el YO, que en cada persona se constituye de un modo totalmente singular y único: de donde se va derivando su singular y única personalidad.

Dejo la 3ª consideración para la lección de la semana siguiente a las festividades de Semana Santa.