¿CÓMO FUNCIONA MI YO? ¿Adónde se dirige?
Enmedio de estos tumultuosos calores preveraniegos, voy a hacer una reflexión sobre las funciones que realiza el YO, en cuanto que es una instancia dinámica del psiquismo, y está re-presentado por una personalidad actuante en la existencia, desde unos procesos psíquicos fundamentales que integran las tres funciones de autorregulación, adaptación y diferenciación.
Empezaré diciendo que, por su naturaleza dinámica, el YO se dirige a un objetivo existencial, primario, programado en su genoma original. No es otro que la autoconservación y la autoafirmación en la existencia, como dos caras del mismo objetivo vital. Para alcanzar este objetivo realiza una serie de funciones específicas, que yo concretizo en las tres ya mencionadas: La autorregulación, la adaptación y la diferenciación.
Ya dije que el ELLO es la instancia impulsora del funcionamiento de este aparato, el SUPER-YO la instancia represora o frenadora, y el YO la reguladora.
Para efectuar esta función reguladora, o autorreguladora, tiene que tener en cuenta,
a-por una parte, las exigencias, reclamos o necesidades del ELLO.
b-Por otra parte, las presiones, coacciones, amenazas del SUPER-YO.
c-Y en tercer lugar, tiene que actuar permanentemente frente a una realidad, con sus datos o estímulos positivos y negativos, en función de los cuales, y a la vista de sus objetivos existenciales, los primarios ya descritos, y los secundarios que derivan de su ideal de realización de cada persona, el YO organiza sus recursos y posibilidades, teniendo en cuenta al mismo tiempo sus limitaciones y sus carencias. Menninger afirma que toda la filosofía del Psicoanálisis se basa en el inteligente control de la conducta y no en una indulgencia arbitraria, licenciosa y agresiva.
¿Soy feliz?
Haré una breve referencia a la felicidad, a propósito de esta función autorreguladora del YO. Y diré que todos aprendemos, tarde o temprano, a conducir el automóvil, que derrochamos paciencia y perseverancia hasta conseguirlo, y que merece la pena que derrochemos paciencia, ilusión y perseverancia en aprender a autoconducirnos en camino hacia nuestros objetivos.
Añadiré que esto es la felicidad. Saber que dirigimos nuestra vida hacia nuestras propias metas y que avanzamos paulatinamente, con ilusión, paciencia, perseverancia y alegría, en ese camino.
Rabindranath Tagore escribió: “Mi corazón está triste porque no sabe a dónde lo están llamando”. Cuando sabemos a dónde nos llama nuestro corazón, y avancemos en ese camino, experimentaremos eso que se llama Felicidad.
Le escuché al cantante Carlos Cano, en una entrevista televisiva a raíz de una operación que le practicaron en Nueva York, que él se había preguntado muchas veces, como todo el mundo, qué es la felicidad, y que ahora, después de haber estado al borde de la muerte, ya lo sabía: La felicidad es vivir. Yo diría que sí, que es conectar con la vida que bulle dentro de nosotros mismos y que se expande, con el dinamismo de la alegría, hacia su plenitud.
Muchas personas orientan sus esfuerzos a liberarse de lo que no quieren ser, cuando lo importante es invertir las fuerzas en conseguir ser lo que se quiere ser.
Muchas personas orientan sus esfuerzos a liberarse de lo que no quieren ser, cuando lo importante es invertir las fuerzas en conseguir ser lo que se quiere ser.
Una persona normal, integrada y madura es la que orienta sus tendencias, regulándolas en la dirección de los objetivos personales de su YO y del propio sistema jerarquizado de valores.
Siempre suelo hacer referencia al mítico auriga de El Carro Alado de Platón. El auriga, que representa al YO en cuanto razón y voluntad, dirige a su caballo blanco (las emociones) y a su caballo negro (los instintos), hacía sus propios objetivos existenciales. Es una esclarecida imagen filosófica de lo que constituye al ser humano como autónomo, integrado y libre. La inteligencia como función del YO reguladora de las emociones y de los instintos, prolongada en voluntad en cuanto acción persistente encaminada hacia los objetivos intelectualmente decididos, es lo que hoy se entiende, con Goleman, por inteligencia emocional, que define a la persona integralmente inteligente, y representa al prototipo de la libertad y a ese hombre autorrealizado que delineó Abraham MASLOW.
La inteligencia emocional es, en definitiva, la que organiza nuestras emociones y la orientación de nuestra vida hacia el objetivo final, la Felicidad.
Insistiré en no confundir la voluntad con el deseo, lo que me gusta con lo que quiero.
La inteligencia emocional es, en definitiva, la que organiza nuestras emociones y la orientación de nuestra vida hacia el objetivo final, la Felicidad.
Insistiré en no confundir la voluntad con el deseo, lo que me gusta con lo que quiero.
La voluntad no es el deseo, sino la capacidad de dirigir el impulso del deseo y del gusto hacia los propios objetivos vitales de la persona.