lunes, 15 de diciembre de 2008

En los fondos sumergidos del alma



Terminé diciendo la semana pasada que de las exhibiciones de Charcot (quien efectivamente actuaba como un gran actor en el escenario del Hospital de la Salpretiêre), Freud realizó un doble descubrimiento.

Primer DESCUBRIMIENTO: Charcot demostró que sometiendo a la influencia hipnótica a personas normales les hacía exhibir los mismos síntomas somáticos de sus pacientes histéricos (temblores, parálisis, sensaciones corporales de picor, calor o frío etc.), al introducirle la idea de estos síntomas, o la orden de experimentarlos, por medio de las técnicas de hipnotismo. Con lo que Freud llegó a la convicción, ya prenunciada por el caso de Ana O., de que efectivamente
existen síntomas físicos que no se deben a lesiones orgánicas o a otras causas físico-orgánicas, sino a actividades de la mente.

Como nota al margen sobre la aplicación de las técnicas de Charcot a las neurosis histéricas, tengo que añadir que, hasta entonces, la histeria había sido considerada como una enfermedad exclusivamente de mujeres. De ahí su nombre que deriva etimológicamente del griego “hysteros”, útero. Históricamente fue interpretada como posesión diabólica, o como patología simulada, o incluso como enfermedad orgánica, debida a que el útero se desviaba hacia los riñones, para lo que no encontraban más solución que la ablación del clítoris (¡¡¡!!!).

Cuando de regreso en Viena, Freud tuvo una conferencia en el Colegio de Médicos exponiendo sus experiencias con Charcot, advirtió una acogida fría, incluso hostil. Al aludir a la patología histérica como común a mujeres y a hombres, tal como les había demostrado Charcot, su profesor el Dr. Meynert, en cuyo departamento de neurofisiología había trabajado y al que había admirado por su aspiración a hacer una psicología científica, le increpó desde su asiento, calificando sus teorías de charlatanería y preguntó irónicamente si es que ya los hombres tenían útero para enfermar de histeria... Desde ese momento Freud perdió el aprecio y el respeto por su antiguo profesor, y quizás no volvió a recuperarlos hasta el día en que Meynert, en su lecho de muerte, en 1882, pidió que Freud le visitara y, como si tuviera un peso de conciencia del que necesitaba descargarse, le confesó: “Sepa usted, señor Freud, que yo fui siempre uno de los más patentes casos de histeria masculina”.

2º DESCUBRIMIENTO de Freud, el del Inconsciente, como dimensión profunda del psiquismo, que en algún momento denominó como “los continentes sumergidos de la mente”.

Charcot realizaba ante los ojos atónitos de sus alumnos experiencias de esta índole: Presentaba, por ejemplo, a una persona que sufría parálisis histérica de un brazo. Se comprobaba que le era imposible moverlo. Lo sometía delante de todos los espectadores a sueño hipnótico, le daba la orden de que moviera el brazo y el paciente lo movía sin dificultad. Después, vuelto al estado de vigilia normal, no recordaba nada y volvía a serle imposible mover el brazo paralítico.

Experiencias de esta clase se completaron después con otras realizadas en Nancy, adónde Freud viajó en 1889 con el fin de seguir profundizando en las técnicas de hipnotismo y completar sus conocimientos con la metodología seguida por el entonces también famoso Dr. Hipólito Berhein. Éste le sugería (por poner otro ejemplo) a un hombre sometido a sueño hipnótico: “Tal día por la tarde, irá usted al teatro y en medio de la función abrirá el paraguas”. El día señalado, ese hombre manifestaba su intención de acudir al teatro, cogía el paraguas, aunque no estuviera lloviendo, y en medio de la función abría el paraguas, ocasionando un alboroto entre los espectadores. Al preguntarle por qué lo había hecho, no sabía justificar una respuesta.

La conclusión de Freud, tras de muchas reflexiones derivadas de estas experiencias, es que
existe un sector del espíritu humano (o de la psique, o de la mente), al que no tiene acceso la consciencia, donde se guardan las razones ocultas de nuestro comportamiento y los motivos ignorados de nuestras acciones y reacciones.

Solamente allí se podría descubrir el motivo por el que aquella persona se castigaba a no mover el brazo, y la orden de ir al teatro a la que el otro individuo no sabía resistirse.


El territorio mental llamado Inconsciente

Y es a eso a lo que denominó como EL INCONSCIENTE:

Un sector del psiquismo o de la mente (o realidad psíquica, o función psíquica) constituido por un conjunto de representaciones mentales reprimidas, fuera del campo de la consciencia, que tienen una gran influencia en nuestro comportamiento, como determinante esencial de nuestra vida psíquica.

Freud lo metaforizó con la imagen clásica de Iceberg, con una pequeña parte visible sobre la superficie y con dimensiones insospechadas bajo las aguas. Otros lo han comparado con las alforjas del caminante, con uno de sus bolsones por delante, a la vista de los ojos, y otra invisible a las espaldas.


Bueno, aquí termino nuestras micro-lecciones psicoanalíticas del primer trimestre. Nos veremos (o nos encontraremos) después de Reyes… Os echaré de menos. Y, como me dice nuestro amigo David, os deseo lo mejor para estas fiestas de Navidad, y que el año que entra sea rico para todos en experiencias y vivencias plenas…

martes, 9 de diciembre de 2008

EL HIPNOTIZADOR



Mi entrada del pasado martes se cerró con una pregunta en el aire: ¿Qué sucedió finalmente entre el bondadoso Dr. Breuer y su paciente Ana O, entre los que se había establecido una tan evidente relación transferencial?

Pues sucedió que la esposa de Breuer se estaba sintiendo inquieta y recelosa del interés de su marido y de sus desvelos por la joven Berta, y que Breuer para compensarla la llevó a hacer un viaje solos, del que nació una hija, la cual, cuentan los biógrafos, terminó suicidándose, muchos años después, cuando los agentes de la Gestapo llegaron a su casa para apresarla por ser judía...
Ana O (es decir, Berta), por su parte, siguió progresando en su recuperación hasta llegar a convertirse en pionera del trabajo social, y en líder de causas feministas y de organizaciones de mujeres judías.

Un médico hipnotizador

Ahora vamos a continuar deshilando el “hilo de Ariadna”, tal como que fue conduciendo al joven Dr. Freud por los laberintos de la psique, hasta llegar a la gruta profunda del Inconsciente.

El tercero de los acontecimientos fundacionales del Psicoanálisis, la tercera “pista” en el largo camino, o el tercer referente desde el que se condiciona su origen, se relaciona con el famoso Dr. Jean Martín Charcot y con la técnica de hipnosis, empleada por él en el Hospital de la Salpêtrière .
En 1885, a sus 29 años, realiza Freud uno de sus sueños, que era ir a París a estudiar las técnicas de uno de los médicos más famosos de por aquellos tiempos: el Dr. Charcot. “París es una ciudad mágica”, hasta el mismo nombre de la ciudad tenía para él un contenido de magia, le escribía a Marta, su novia, a quien, nada más pisar aquellas tierras, le había confesado: “Durante muchos años había sido París la meta de mis ansias, y el embeleso con que por primera vez pisé el pavimento fue para mí la garantía de que también habría de lograr la realización de otros deseos”. Y a su amigo Koller: “París significa el principio de una nueva existencia para mi”.
Estos sentimientos de ilusión, encanto y entusiasmo alternaron, al paso de los días y de los meses, con otros de abatimiento y congoja. La ambivalencia de los estados emocionales fue una experiencia endovivenciada por Freud durante su estancia y sus soledades en París. En una de sus diarias cartas a Marta, confiesa: “Me siento aquí como si me hubieran abandonado en una isla desierta en medio del océano, ansiando que llegue la hora en que venga el barco que restablecerá mi unión con el mundo”...Y continúa la carta con un brindis de amor: “Tu eres todo el mundo para mí”.
En este estado de soledad y abandono, parece ser que configuró una percepción catatónica que le hacía ver a los habitantes de la ciudad como “gente arrogante e inaccesible” que le “producen desazón”, como si estuvieran “poseídos por mil demonios”. Incluso su percepción de las mujeres estaba condicionada por el color negro de su cristal: “La fealdad de las mujeres de París difícilmente puede ser exagerada: ni una cara bonita”. Quizás intentaba deslizar, entre líneas, un mensaje subliminal para tranquilizar a su novia...
Sin embargo, desde estos estados emocionales, moviliza un dinamismo reactivo que es, como siempre a lo largo de su vida, de recuperación del equilibrio y de superación. Le escribe a Marta cuando está a punto de finalizar su estancia en París, con ese estilo peculiar que tanto fascinó a Einstein: “No puedo dejar de pensar que soy un irracional al dejar París cuando la primavera se avecina y Notre Dâme exhibe su belleza bajo la luz del sol”.

Quiero señalar la importancia de la hipnosis, que como técnica empleada terapéuticamente, ejerció en el descubrimiento que hizo Freud del Inconsciente, y en el establecimiento posterior y paulatino de todo su sistema psicológico y terapéutico.

Freud, como ya he dicho, había acudido a París a estudiar las técnicas terapéuticas del Dr. Charcot que se había especializado en el tratamiento de las neurosis, sobretodo de la histeria, por medio del hipnotismo. Llevaba la pretensión de presentarle al Maestro el caso de Ana O., que lo tenía fascinado, pero éste le prestó poca atención, mucho más interesado por sus propios experimentos y por las extraordinarias reacciones de sus pacientes.
Sin embargo, la personalidad de Charcot lo deslumbró de tal manera que incluso a su hijo mayor le puso por nombre Jean Martín (el nombre de Charcot). Como maestro era realmente épatant, deslumbrante: cada una de sus clases “era una pequeña obra de arte por su plan y por su realización”... En otros escritos habla de la “magia que irradiaba de su aspecto y de su voz, la gracia y naturalidad de sus modales”... lo describe como “agradable, bondadoso, ingenioso, aunque dominante por su innata superioridad”, señala su “tremenda capacidad para insuflar aliento, casi excitación” y llega a la conclusión de que “jamás un ser humano ha ejercido sobre mí una influencia semejante”. La ascendencia que llegaba a crear sobre los pacientes a los que hipnotizaba, y la “dependencia magnética” de parte de ellos, fue uno de los elementos con los que Freud fue elaborando posteriormente su concepto, fundamental en Psicoanálisis, de Transferencia. El biógrafo de Freud Peter Gay hace la curiosa observación de que Freud “siempre tan orgullosamente resuelto a tener una mente independiente”, se mostrara tan dispuesto y tan ansioso “porque lo fecundara ese brillante científico y no menos brillante actor dramático”.

Asistiendo a las exhibiciones de Charcot, que efectivamente actuaba como un gran actor en el escenario del Hospital de la Salpretiêre, Freud realizó un doble descubrimiento...
Pero ese será el tema de mi próxima entrada. Hasta entonces, amigos. Sedme fieles.

martes, 2 de diciembre de 2008

HISTORIA DE UNA “HISTERIA”

Hola, amigos: Os sigo contando esta interesante historia de Anna O, que es, como “decíamos ayer”, el caso fundacional del Psicoanálisis. Es la historia de un caso de patología “histérica”, que le dio al joven Dr. Freud las primeras pistas en esa búsqueda incesante de caminos... por los que nosotros mismos ahora caminamos. La historia sigue así:
Hasta dos meses antes de la muerte de su padre, su hija Berta (es decir, Anna O) lo había estado atendiendo y cuidando incansablemente en detrimento de su propia salud. En esos últimos meses, se le fueron desarrollando sucesivamente una serie de síntomas –hoy lo diagnosticaríamos como stress- que cada vez la debilitaban más y le impedían entregarse a los cuidados de su padre con la misma solicitud: falta de apetito, una fuerte tos nerviosa, al poco tiempo un estrabismo convergente, después dolores de cabeza, perturbaciones de la visión, parálisis parciales, pérdida de sensaciones..., que fueron derivando en una desorganización generalizada del equilibrio psicosomático, con desajuste emocional y somatizaciones polivalentes, que la dejaban postrada en intervalos, frente a los que reaccionaba con una excitación desmedida, volviendo a caer alternativamente en el agotamiento y en la proliferación de nuevos síntomas cada vez más extravagantes: lagunas mentales, alucinaciones con serpientes negras, huesos y esqueletos, regresiones en la coordinación del lenguaje, llegando a no poder hablar en su propia lengua y alternar palabras en inglés, en francés o en italiano (como por una imperiosa necesidad de desplazarse fuera de su procedencia). Cuando en el mes de abril falleció su padre, tuvo una primera reacción de excitación horrorizada, que fue extinguiéndose hasta llegar a un estado semicataléptico de estupor. Hoy se le diagnosticaría como Trastorno de la personalidad por estrés postraumático, con manifestaciones de Histeria.

En este estado, el Dr. Breuer comenzó a visitarla cada noche y, desde una especie de hipnosis autoprovocada, ella empezaba a hablar, en tono regresivo infantilizado; contaba cuentos, a veces triste, a veces encantadora..., hasta que se iba sintiendo temporalmente aliviada de sus síntomas. Ella mismo denominó estos alivios como “Talking cure” (curación por la charla) y también, con cierto humor, “Chimeney sweeping” (limpieza de la chimenea). Este procedimiento que despertó en ella recuerdos y le suscitó emociones que desde su personalidad normal nunca le había sido posible recordar o expresar, fue llamado por Breuer “Método catártico” y actualmente se conoce y se utiliza como “Psicocatársis”.

Un momento especialmente clarificador en esta talking cure que ejercía el Dr. Breuer sobre Anna O., sobrevino cuando ésta sufrió un trastorno similar a la hidrofobia, se moría de sed y no podía beber. No se lo sabía explicar, pero una tarde, sometida por Breuer a un estado de relajación hipnótica o semihipnótica, expresó que había visto a su dama de compañía, una inglesa por la que sentía gran aversión, darle de beber agua a su perrito en su propio vaso. Una vez que desenterró este sentimiento reprimido de asco e irritación, la hidrofobia desapareció. Desde entonces Breuer adoptó este método de hipnotizar a Ana, y observaba que, desde este estado, ella iba siguiendo la pista de cada uno de sus síntomas (anestesias sensoriales, visión distorsionada, alucinaciones, contracciones paralíticas, dificultad para hablar en su propia lengua...) hasta llegar a su etiología, a la causa que lo había provocado. Y en este ejercicio de limpiar la chimenea de su mente, siempre llegaban a un punto común, que Freud resumió más tarde en esta fórmula, famosa en Psicoanálisis: “Los enfermos neuróticos sufren de reminiscencias”. Porque al analizar los síntomas, siempre se encontraba, en cada uno de ellos, residuos, a veces simbólicos, de sentimientos o de impulsos que ella se había visto obligada a reprimir.


Voy a añadir una nota a este caso fundamental, fundacional, sobre el que, como ya he dicho, Freud construyó, piedra a piedra, golpe a golpe, todo el edificio del Psicoanálisis:
En junio de 1882, Breuer escribió en sus anotaciones, como conclusión del caso, que todos los síntomas de Anna habían desaparecido. No fue exactamente así. Lo que ocurrió, acto seguido, fue también una experiencia de alto valor para la estructuración de los mecanismos de la cura psicoanalítica. Lo que ocurrió después lo relató el mismo Freud, en carta al escritor Stefan Zweig, fechada en 1932: “La noche de ese día en que todos sus síntomas quedaron bajo control, llamaron a Breuer para que fuera a verla una vez más: la encontró en estado confusional, retorciéndose de dolores abdominales. Cuando se le preguntó qué le pasaba, respondió: ‘ahora va a nacer el niño del doctor B.’. Ante esta constatación de un embarazo histérico, Breuer huyó horrorizado....". Pero ya estaban puestos para Freud las semillas y las claves de lo que después fue elaborándose como conceptos definidos, fundamentales para la comprensión de la relación psicoanalítica y de la cura: Los conceptos de
transferencia y contratransferencia.

Al parecer Anna O., es decir, Berta, desplazó hacia su doctor y benefactor los sentimientos edípicos que había tenido hacia su propio padre, se los transfirió, y a su vez el Doctor, en contratransferencia, se había dejado sutilmente, e inconscientemente, seducir por el encanto de aquella joven, que se llamaba casualmente como su propia madre, Berta, y que, de algún modo cubría el vacío afectivo, los anhelos edípicos adormecidos, que su madre le había dejado al morir, cuando él tenía solamente cuatro años.

¿Qué sucedió después? La próxima semana os lo cuento…

martes, 25 de noviembre de 2008

POR LOS CONTINENTES SUMERGIDOS

Hola, amigos. Aquí estoy, fiel a nuestra cita semanal.

La exploración de Freud por el laberinto del alma humana y su descubrimiento de los “Continentes sumergidos de la mente”, que basa todo el sistema de pensamiento conocido como Psicoanálisis, tiene tres “pistas” iniciales:

1.-Un médico famoso: El Dr. Breuer
2.-Un caso clínico de Histeria: El conocido por el caso de Ana O
3.-Y una técnica terapéutica: La Hipnosis

Y de estos tres determinantes surgirá un hallazgo original y revolucionario: El Inconsciente. Como dimensión subterránea del psiquismo, que hemos denominado con el mismo Freud los continentes sumergidos de la mente.

El Dr. Josef Breuer

De el Dr. Breuer tendré que deciros que fue el descubridor del laberinto del oído, responsable de nuestro sentido del equilibrio, y que fue también el que elaboró, sobre la marcha de su práctica clínica, un método operativo, el tratamiento catártico, del que iría derivando lo que fue después, y es hoy, el Psicoanálisis. Tanto es así que el mismo Freud, en sus conferencias en la Universidad de Clarck de Masachusset, llegó a atribuirle generosamente a Breuer la paternidad del Psicoanálisis.

Freud conoció al Dr. Breuer mientras trabajaba como interno en el Laboratorio de Fisiología del Profesor Ernest Brücke, en 1878. (Tanto influyó sobre él este profesor que a uno de sus hijos le puso de nombre Ernest). En este laboratorio se inició Freud en las técnicas de investigación científica, realizando estudios sobre el sistema nervioso de los cangrejos y las glándulas salivales de los perros).

Con Breuer congenió enseguida porque podía hablar con él de literatura, de arte, de filosofía. Por aquel entonces escribió en carta a Marta, su novia, que Breuer “irradiaba luz y calor”, que estar con él era “como estar sentado al sol”. Y sutilmente empezaba a medir con él su estatura, en un movimiento de propia superación ante la imagen de un incipiente Ideal del Yo: “Es una persona tan esplendente que no sé lo que ve en mi para ser tan amable”.

Es curioso que, a su vez, el Dr. Breuer llegó a escribirle a otro colega, el Dr. W. Fliess, especialista en otorrinolaringología, que después fue, durante décadas, el gran amigo y confidente, el alter ego, de Freud: “La inteligencia de Freud está alcanzando su máxima altura: le sigo con la vista como una gallina sigue el vuelo de un halcón”.

Diré como nota al margen de estas anécdotas, que Ernest Jones, en su biografía de Freud, señala la predisposición de Freud a ser muy influenciable, sobretodo por personas a las que le unía un lazo afectivo, y que, en reacción a esta tendencia natural, afirmó un rasgo de personalidad que fue para él causa de muchos disgustos: “nunca fue cosa fácil hacerle cambiar su opinión acerca de cualquier cosa”. Este rasgo se constituye por lo que él después definió como un mecanismo de defensa nominado formación reactiva, que es una disposición automatizada a actuar de modo contrario al que la propia inclinación le llevaría.


Una paciente histérica

Para comprender la influencia del Dr. Breuer en el joven Freud, es necesario encarar el caso clínico conocido por el nombre supuesto de “Anna O” y considerado como el caso fundacional del Psicoanálisis.

En realidad esta paciente del Dr. Breuer se llamaba Berta Pappenhein. Estuvo tratada por él durante dos años, desde 1880 a 1882, a causa de una extraña y compleja sintomatología aparecida a raíz de la muerte de su padre, con quien había estado muy unida durante su vida, y a quien le había prodigado todos sus desvelos durante su enfermedad. Cuando en una calurosa noche de verano de 1883 -”estábamos los dos en mangas de camisa”, le escribió más tarde Freud a su novia Marta-, Breuer le revela a su joven amigo la fascinante historia, desencadenó en éste tantas ideas e inquietudes que le fue llevando paulatinamente a la construcción sistemática de todo el gran edificio del Psicoanálisis.

El caso de Anna O. está descrito en Estudio sobre la histeria, primera obra psicoanalítica, publicada en 1896 y escrita, en colaboración, por Breuer y Freud.

Anna O. fue una persona “excepcionalmente culta e inteligente”, a veces obstinada, con una gran sensibilidad humanitaria, que tenía 21 años cuando se le manifestó la enfermedad, y que llegó a ser posteriormente la primera asistenta social de Alemania y una de las primeras del mundo.

martes, 18 de noviembre de 2008

“Por la escondida senda”

Hola, amigos: Nos disponemos a emprender un largo camino por entre el laberinto de la mente, con la inevitable morosidad que impone este medio. Haré mis “entradas” una vez a la semana (martes o miércoles), necesariamente cortas y con la inevitable morosidad que nos impone el sistema digital, ya que la acumulación de material desalienta al lector. Pero no os importe; acordaos del consejo de Konstandinos Kavafis: “Cuando emprendas tu camino hacia Ítaca, debes rogar que el viaje sea largo…”.
Vamos a emprender nuestra marcha guiados por el “hilo de Ariadna” de la Obra de Sigmund Freud (un viaje submarino por los “continentes sumergidos” del alma humana, o una aventura espeleológica, o un safari por la selva del psiquismo, o una bajada al laberinto del Minotauro con Teseo), acomodando a mi pretensión esos versos tan conocidos de fray Luis de León, en los que alude a “la escondida senda por donde han ido / los pocos sabios que en el mundo han sido...” (Es decir: nosotros).


Cuando, con ocasión del cambio de milenio, se han elaborado las lista de las 100 personas más sabias y más influyentes del siglo, en todas aparece, inexcusablemente, el nombre de Freud como el que mayor influencia y “aportaciones más decisivas y relevantes” ha ejercido en la campo de la psicología y en el de todas las ciencias, artes y disciplinas que tienen como base el conocimiento de la persona. La “epistemología” psicoanalítica, con todas las aportaciones, correcciones y elaboraciones posteriores, está de algún modo presente, reconocida o no, en todas las corrientes interpretativas de la persona en su andar por la vida, e incluso en su proyección transpersonal.

Para la comprensión psicológica y antropológica, científica y cultural, del ser humano, hoy, es indispensable tener en cuenta las aportaciones de Sigmund Freud.
Y quiero aducir aquí el texto completo del escritor y novelista Stephan Zweig, (sacado del discurso fúnebre que él pronunció en el entierro de Freud) del que hice mención, y adelanté un pequeño párrafo, en un comentario a mi entrada del día 4 de este mes:

“Cada uno de nosotros, los hijos del siglo XX, tendría una forma de pensar y de entender distinta si él no hubiera existido. Cada uno de nosotros pensaría, juzgaría, sentiría con más estrechez si él no hubiera pensado antes que nosotros, si no nos hubiera empujado hacia el interior. Y siempre que tratemos de adentrarnos en el laberinto del corazón humano, su luz espiritual alumbrará nuestro camino. Todo cuanto Sigmund Freud creó, exploró e interpretó, yendo por delante como descubridor y guía, nos acompañará siempre en nuestro caminar por la vida...”

Ahora os voy a diseñar provisionalmente un breve apunte biográfico de Freud:
De su vida de tenaz aventurero del alma humana, os daré sólo, como he dicho, unas breves pinceladas. (Tengo publicada una sucinta biografía, “Sigmund Freud: Biografía de un deseo”, que se puede encontrar en www.libroenred.com)
Os recuerdo que nace el día 6 de mayo de 1856, en un pueblecito de Moravia (que después pasó a pertenecer a Checoslovaquia, pero que en aquellas fechas formaba parte del entonces Imperio Austro Húngaro). El pueblo se llamaba Freiberg, y después se llamó Pribor.
Su padre, Jacob, casado por segundas nupcias (o por terceras, como creen pensable algunos biógrafos) con Amalia Nathanshon, veintiún años menor que él. Jacob tenía 42 años y Amalia 21. (Siendo Freud adulto, con más de sesenta años de vida, reflexiona: “El hombre que haya sido el indiscutible hijo preferido de su madre, mantiene ante la vida la actitud de un conquistador, o aquella confianza en el triunfo que, con tanta frecuencia, le ha llevado al triunfo total”).
Al principio de su vida profesional, una vez terminada la carrera de Medicina (en la que empleó más años por dedicar mucho tiempo a la investigación, a la filosofía y a otros intereses culturales y artísticos), experimentó una amarga experiencia de pobreza.
Contrajo matrimonio, en 1886, con Marta Bernays, cinco años menor que él con la que tuvo seis hijos.
Establecieron su hogar en Viena, donde vivió, durante más cuarenta años en la misma casa, número 19 de la calle Bergasse, actualmente convertida en Casa Museo de Sigmund Freud. Fue en esta casa donde desarrolló prácticamente toda su actividad profesional, investigadora y de escritor.
Murió en 1939, a las 3 de la madrugada del día 23 de septiembre, en Londres, donde se había exiliado un año antes, a instancias de muchos de sus amigos, para librarse y librar a su familia de la persecución nazi.
Su casa familiar en el barrio de Hampstead, en la calle Maresfield Garden 20, es también hoy Casa Museo de Sigmund Freud y de su hija Anna Freud.
Hasta pronto, amigos, os espero siempre.

martes, 11 de noviembre de 2008

¿OS VA UN EJERCICIO?

El diálogo que ha surgido entre David y José Mª, a propósito del texto de Tolstoy que aportó un corresponsal anónimo sobre el “sin-sentido” de la vida, me ha sugerido proponeros un ejercicio, con el que he puesto en marcha algunos de los Cursos de Psicoanálisis que he impartido en otras ocasiones.
Se presentan una recopilación de textos, de distintos autores, y se les propone a los participantes del curso que los lean individualmente, en privado, y les pongan un orden de valoración según el interés que les ha despertado su lectura. Después cada participante iba leyendo en voz alta, y comentando, el texto más valorado, el que le había resultado más esclarecedor en relación a sus expectativas sobre este Curso de Psicoanálisis…


1.- “Hemos llegado a un estado de cosas en que es evidente que el problema fundamental de la persona no es ya el de comprender y el de dominar las fuerzas físicas del universo, sino el de comprenderse a sí mismo y el de encontrar los medios para ayudarse a sí mismo y ayudar a los demás a lograr una auténtica realización personal”. (Harry Guntrip, “El self en la teoría y la terapia psicoanalíticas”)


2,- “Te diré algo trivial: somos afectivamente analfabetos...Nos han enseñado todo lo material, la agricultura de Madagascar y la raíz cuadrada de pi (o como quiera que se llame esa maldita cosa), pero no nos enseñaron nada sobre el alma. Somos abismalmente ignorantes, tanto respecto a nosotros mismos como sobre los demás. Hoy se habla mucho de que los niños deben ser educados en la hermandad, la solidaridad, la coexistencia, la igualdad....Pero a nadie se le ocurre que debemos a aprender primero algo sobre nosotros mismos y sobre nuestros sentimientos: nuestro propio miedo, soledad e ira. No nos dan esa oportunidad y permanecemos ignorantes, y culpabilizados, entre las ruinas de nuestras ambiciones...¿Cómo vamos a comprender alguna vez a otras personas si no conoces nada acerca de ti mismo?...” (Igmar Bergman, “Escenas de un matrimonio”)


3.- “El instrumento anímico no es nada fácil de tañer. En estos casos recuerdo siempre las palabras de un neurótico famoso en todo el mundo, pero que jamás fue tratado por ningún médico, pues sólo vivió en la imaginación de un poeta. Me refiero al príncipe Hamlet de Dinamarca.. El rey ha enviado junto a él a dos cortesanos para sondearle y arrancarle el secreto de su melancolía. Hamlet los rechaza. En este punto traen a escena unas flautas. Hamlet toma una y se la tiende a uno de los inoportunos cortesanos, invitándole a tañerla. El cortesano se excusa, alegando su completa ignorancia en ese arte, y Hamlet exclama: Pues mira en qué opinión más baja me tienes. Tu me quieres tocar, pretendes extraer de mi lo más íntimo de mis secretos, quieres hacer que suene desde el más grave al más agudo de mis tonos...y está aquí este pequeño instrumento, capaz de excelentes sonidos y armonías, que tú no puedes hacer sonar. ¿Es que juzgas que se me tañe a mi con más facilidad que a una flauta?” (S. Freud, “Sobre Psicoterapia”)

3.- “El alma del hombre es un país lejano al que no es posible aproximarse y que no podemos explorar”. (Heráclito)

4.- “La mayoría de las personas ha aprendido a ‘entenderse’ con los demás: tienen para ello los instrumentos lingüísticos necesarios, incluso hay quien se entiende con personas de otros idiomas; han aprendido francés, inglés, japonés, etc. Pero ¿han aprendido también a entenderse consigo mismo, en la lengua de la propia subjetividad?” (F. Richaudeau, “Los secretos de la comunicación”)

5.- “El propio ser es algo que a uno mismo se le oculta: de todos los tesoros ocultos, el de sí mismo es el último en ser desenterrado” (Nietzche)

6.- “Hoy la gente está muy ilusionada por llegar a la Luna: se puede llegar mucho más lejos, sin salir del fondo de uno mismo” (Anäis Nin, “Diario”)

7.- “El primer problema para mí soy yo mismo” (San Agustín)


8.- “Recuerde que siempre nos ignoramos, que el consejo de Sócrates es absurdo, que uno no puede llegar a conocerse a si mismo. Nuestra alma es como el agua de un río; algunas veces el viento lanza al revés las aguas de la superficie: el que lo cruza debe desconfiar de las apariencias, ya que las aguas profundas siguen su curso, río abajo, imperturbablemente. La incoherencia de nuestros actos quedaría explicada si, bajo la capa fina de la superficie, pudiéramos ver las profundidades....Pero no las veremos nunca”. (Van der Meersh, “Porque no saben lo que se hacen”)


9.- “No corras, ve despacio / que adonde tienes que llegar/ es a ti sólo” (Juan Ramón Jiménez)

10.- “Como experiencia terapéutica, el psicoanálisis bien podría recomendarse a los médicos, psicólogos, sociólogos, educadores, profesores, trabajadores sociales, antropólogos, historiadores, abogados, científicos, políticos, artistas creativos, clérigos y a todos los que de algún modo se ocupan de la mente humana”.


Después solíamos hacer un comentario-debate sobre el interés de cada texto elegido por los participantes, relacionándolos, de algún modo, con los objetivos que pretendían con respecto al curso.
Yo os invito a que , si queréis, aportéis en “Comentarios” vuestra personal elección…

Un saludo, amigos. Os sigo esperando.

martes, 4 de noviembre de 2008

TU VIAJE HACIA ÍTACA

Ha pasado una semana desde que ofrecí este blog, y vuestras adhesiones han sido múltiples, sorprendentes (por vuestra sabiduría, profundidad y sensibilidad) y suficientes para emprender nuestra marcha “hacia Ítaca” (con la brillante metáfora que nos aportó David)…
Y voy a hacerlo ahora, con algo así como una Presentación general, como un Preludio musical antes de abrir el telón. Y la primera voz cantante va a ser un sonoro “do de pecho” de uno de los más significativos pioneros del Psicoanálisis:

“Quien haya llegado a conocer el Psicoanálisis ha comido del árbol del Paraíso y ha adquirido la sabiduría”.

Bueno, esto lo escribió Jung (Carlos Gustavo), que era hombre entusiasta, exultante, extravertido, exuberante y frondoso…, a raíz de sus primeros encuentros con Freud (después cambió la cosa).
Pero viene bien para empezar a animarnos. (Nota: “entusiasmo” significa por etimología: “impulsado por dioses interiores”)

Para la presentación del curso he seleccionado, además, un texto de Anna Freud, sobre la que yo publiqué un librito titulado Anna, mi amiga.
(Diré como nota al pie de página que Anna F. protagonizó un movimiento de aplicación de los principios y métodos del Psicoanálisis al área de la educación y la enseñanza. A esto dedicó exhaustivamente su vida, creando principalmente centros de acogida y reeducación para niños traumatizados y huérfanos a consecuencia de la segunda guerra mundial, y en estos mismos centros organizó escuelas de formación de Médicos y Psicólogos en psicoterapia de niños. Su obra llegó a tener tanta envergadura que incluso fue propuesta para el Premio Nobel, en 1966, a partir de la publicación de un trabajo - no recuerdo ahora al autor- titulado “El liderazgo científico de Anna Freud” ).

El texto que selecciono está tomado de unas palabras suyas, pronunciadas en el sepelio de su viejo amigo y colaborador Romi Greenson, en 1979: “Estamos engendrando a nuevas generaciones de psicoanalistas en todo el mundo. Sin embargo aún no hemos descubierto el secreto de engendrar y cultivar a los verdaderos discípulos de gente como Romi Greenson, es decir, hombres y mujeres que utilicen el psicoanálisis para todo: para entenderse a sí mismos y a sus semejantes, y para comunicarse con el mundo. En resumidas cuentas, personas para quienes el Psicoanálisis sea una forma de vida”.

Esto es lo que yo pretendo al ofreceros este sencillo curso (así quiero que sea, sencillo): que aporte a los alumnos (la palabra alumno viene del verbo latino alo, que significa “alimentar”), a quienes estos conceptos les alimenten, un nuevo modo de mirar y de entender el mundo, y de actuar mejor dentro de él.

Esta aspiración mía, que quiero compartir con vosotros, se basa en la razón que justifica la Biografía de Freud escrita por su discípulo Ernest Jones. Viene a decir allí que las consecuencias que el Psicoanálisis ha tenido para la vida de Occidente, han sido incalculables.
Y explica que, nacido como una teoría de determinadas enfermedades mentales, llegó a convertirse en una teoría de la mente, radicalmente nueva y trascendental: “Todas las disciplinas intelectuales relacionadas con la naturaleza y el destino de la humanidad han sido afectadas por el peso de esta teoría”.
A continuación aduce que sus concepciones penetraron también en el ámbito del pensamiento y del lenguaje popular, aunque con mucha frecuencia en forma grosera y, muchas veces, falsa, pero originando, no solo una nueva terminología lingüística, sino también un nuevo modo de mirar al mundo y enjuiciar las cosas.
Y voy a añadir dos citas más a este concierto de voces exultantes, que hablan de la vigencia actual del Psicoanálisis como el gran instrumento intelectual para investigar y explicar el funcionamiento de la mente y la interpretación del progreso y del sufrimiento humano:
“Como experiencia terapéutica, el psicoanálisis bien podría recomendarse a los médicos, psicólogos, sociólogos, educadores, profesores, trabajadores sociales, antropólogos, historiadores, abogados, científicos, políticos, artistas creativos, clérigos y a todos los que de algún modo se ocupan de la mente humana”. (“Teoría de la técnica psicoanalítica” de Menniger y de Holzman)

La otra voz que se une al concierto vuelve a se la de Anna, mi amiga, cuando le escribió a un amigo, que había quedado viudo y estaba tratándose con Psicoanálisis para serenarse y replantear su vida):

“Me alegro muchísimo de que haya empezado a ser un poco psicoanalista. No hay momento ni límite de edad para el placer y el provecho que uno saca de mirarse a sí mismo y a los demás de esta manera. Hasta ahora es lo único que conozco que puede volver fácil esta vida tan complicada”.
Y con estas ideas os dejo por hoy. Hasta pronto, amigos

miércoles, 29 de octubre de 2008

¿Te interesa el proyecto?

Alguien me sugirió la idea: Ir dando, semana a semana, en un blog, un curso de Psicoanálisis.

El mismo curso, podría ser, que he dado alguna vez “para Educadores”. Educadores somos todos, aunque sea en el ámbito más privado, en ese laboreo constante, permanente, siempre inacabado, de educarnos a nosotros mismos…

“Educar” deriva, por etimología, del verbo latino educere, “llevar por un camino”. ¿No es esa nuestra tarea irrenunciable de cada día: llevarnos por el camino de la vida, a través de los senderos concretos que nos presenta a cada uno nuestras particulares circunstancias, avanzar en ese camino, sortear los obstáculos, estimularnos y animarnos frente a cansancio, infatigables hacia nuestra meta, reenderezarnos tras nuestros desvíos o errores (errare significa “salirse del camino”, “desviarse”)…?

Me acuerdo de unos versos del poeta Juan Ramón Jiménez: “No corras, ve despacio, / que adónde tienes que llegar / es a ti solo”.

Bueno, pues para esa tarea, o laboreo, o caminata… yo os quiero ir ofreciendo las Guías (señales de carretera, semáforos, luces y farolas…) del Psicoanálisis.

El conocimiento de nosotros mismos y de los demás es una aventura apasionante.
También es una exigencia para nuestro desenvolvimiento en la sugestiva e inquietante existencia que nos ha tocado vivir.

“El alma del hombre es un país lejano al que no es posible aproximarse y que no podemos explorar” sentenció Heráclito.

¿Sabéis que Sigmund Freud fue pionero en la exploración de los “continentes sumergidos de la mente” donde yacen los restos de naufragios existenciales y los tesoros insospechados del alma humana?

Como nos advirtió Nietzche “El propio ser es algo que a uno mismo se le oculta: de todos los tesoros ocultos, el de sí mismo es el último en ser desenterrado”.

Los conceptos fundamentales que forman el tejido ideológico del Psicoanálisis, las ideas más controvertidas de las teorías de Freud, como las referentes a la Sexualidad, al Complejo de Edipo, a la Represión, al control de los Instintos, a la Libido, al Placer, al Super-Yo, la Angustia, el Narcisismo... se van a ir revelando y clarificando en este blog de un modo comprensible, incluso aplicables al propio autoconocimiento.

Los profundos dinamismos que subyacen al desarrollo de nuestra personalidad e intervienen en el mecanismo de nuestros deseos y en nuestra conducta diaria van siendo sistemáticamente revelados, reconocidos y analizados en este blog.

Siguiendo el símil de un psicoanalista que se llamaba Oscar Pfister: “Freud ha ideado un ’microscopio del alma’, que permite observar y comprender las raíces de las funciones mentales, y su desarrollo y dinamismo”.

*Pero, antes de empezar esta andadura, quiero HACER UN EXPERIMENTO: Voy a esperar, con el blog abierto, un par de semanas. Os pido a todos, a quienes os llegue esta noticia y podáis estar interesados, que pongáis vuestra aceptación en “COMENTARIOS”: Basta con una simple afirmación, o voto.
Si consigo, por lo menos a cinco personas interesadas, empezaré a dar el curso
. Un saludo.