martes, 9 de diciembre de 2008

EL HIPNOTIZADOR



Mi entrada del pasado martes se cerró con una pregunta en el aire: ¿Qué sucedió finalmente entre el bondadoso Dr. Breuer y su paciente Ana O, entre los que se había establecido una tan evidente relación transferencial?

Pues sucedió que la esposa de Breuer se estaba sintiendo inquieta y recelosa del interés de su marido y de sus desvelos por la joven Berta, y que Breuer para compensarla la llevó a hacer un viaje solos, del que nació una hija, la cual, cuentan los biógrafos, terminó suicidándose, muchos años después, cuando los agentes de la Gestapo llegaron a su casa para apresarla por ser judía...
Ana O (es decir, Berta), por su parte, siguió progresando en su recuperación hasta llegar a convertirse en pionera del trabajo social, y en líder de causas feministas y de organizaciones de mujeres judías.

Un médico hipnotizador

Ahora vamos a continuar deshilando el “hilo de Ariadna”, tal como que fue conduciendo al joven Dr. Freud por los laberintos de la psique, hasta llegar a la gruta profunda del Inconsciente.

El tercero de los acontecimientos fundacionales del Psicoanálisis, la tercera “pista” en el largo camino, o el tercer referente desde el que se condiciona su origen, se relaciona con el famoso Dr. Jean Martín Charcot y con la técnica de hipnosis, empleada por él en el Hospital de la Salpêtrière .
En 1885, a sus 29 años, realiza Freud uno de sus sueños, que era ir a París a estudiar las técnicas de uno de los médicos más famosos de por aquellos tiempos: el Dr. Charcot. “París es una ciudad mágica”, hasta el mismo nombre de la ciudad tenía para él un contenido de magia, le escribía a Marta, su novia, a quien, nada más pisar aquellas tierras, le había confesado: “Durante muchos años había sido París la meta de mis ansias, y el embeleso con que por primera vez pisé el pavimento fue para mí la garantía de que también habría de lograr la realización de otros deseos”. Y a su amigo Koller: “París significa el principio de una nueva existencia para mi”.
Estos sentimientos de ilusión, encanto y entusiasmo alternaron, al paso de los días y de los meses, con otros de abatimiento y congoja. La ambivalencia de los estados emocionales fue una experiencia endovivenciada por Freud durante su estancia y sus soledades en París. En una de sus diarias cartas a Marta, confiesa: “Me siento aquí como si me hubieran abandonado en una isla desierta en medio del océano, ansiando que llegue la hora en que venga el barco que restablecerá mi unión con el mundo”...Y continúa la carta con un brindis de amor: “Tu eres todo el mundo para mí”.
En este estado de soledad y abandono, parece ser que configuró una percepción catatónica que le hacía ver a los habitantes de la ciudad como “gente arrogante e inaccesible” que le “producen desazón”, como si estuvieran “poseídos por mil demonios”. Incluso su percepción de las mujeres estaba condicionada por el color negro de su cristal: “La fealdad de las mujeres de París difícilmente puede ser exagerada: ni una cara bonita”. Quizás intentaba deslizar, entre líneas, un mensaje subliminal para tranquilizar a su novia...
Sin embargo, desde estos estados emocionales, moviliza un dinamismo reactivo que es, como siempre a lo largo de su vida, de recuperación del equilibrio y de superación. Le escribe a Marta cuando está a punto de finalizar su estancia en París, con ese estilo peculiar que tanto fascinó a Einstein: “No puedo dejar de pensar que soy un irracional al dejar París cuando la primavera se avecina y Notre Dâme exhibe su belleza bajo la luz del sol”.

Quiero señalar la importancia de la hipnosis, que como técnica empleada terapéuticamente, ejerció en el descubrimiento que hizo Freud del Inconsciente, y en el establecimiento posterior y paulatino de todo su sistema psicológico y terapéutico.

Freud, como ya he dicho, había acudido a París a estudiar las técnicas terapéuticas del Dr. Charcot que se había especializado en el tratamiento de las neurosis, sobretodo de la histeria, por medio del hipnotismo. Llevaba la pretensión de presentarle al Maestro el caso de Ana O., que lo tenía fascinado, pero éste le prestó poca atención, mucho más interesado por sus propios experimentos y por las extraordinarias reacciones de sus pacientes.
Sin embargo, la personalidad de Charcot lo deslumbró de tal manera que incluso a su hijo mayor le puso por nombre Jean Martín (el nombre de Charcot). Como maestro era realmente épatant, deslumbrante: cada una de sus clases “era una pequeña obra de arte por su plan y por su realización”... En otros escritos habla de la “magia que irradiaba de su aspecto y de su voz, la gracia y naturalidad de sus modales”... lo describe como “agradable, bondadoso, ingenioso, aunque dominante por su innata superioridad”, señala su “tremenda capacidad para insuflar aliento, casi excitación” y llega a la conclusión de que “jamás un ser humano ha ejercido sobre mí una influencia semejante”. La ascendencia que llegaba a crear sobre los pacientes a los que hipnotizaba, y la “dependencia magnética” de parte de ellos, fue uno de los elementos con los que Freud fue elaborando posteriormente su concepto, fundamental en Psicoanálisis, de Transferencia. El biógrafo de Freud Peter Gay hace la curiosa observación de que Freud “siempre tan orgullosamente resuelto a tener una mente independiente”, se mostrara tan dispuesto y tan ansioso “porque lo fecundara ese brillante científico y no menos brillante actor dramático”.

Asistiendo a las exhibiciones de Charcot, que efectivamente actuaba como un gran actor en el escenario del Hospital de la Salpretiêre, Freud realizó un doble descubrimiento...
Pero ese será el tema de mi próxima entrada. Hasta entonces, amigos. Sedme fieles.

1 comentario:

  1. Se me ocurren dos comentarios después de leer la lección de esta semana:
    -de que manera proyectamos ("transferimos")nuestro estado de ánimo, nuestras emociones, y por supuesto también, nuestra manera de ver las cosas, nuestros esquemas mentales, sobre la realidad misma. La percepción es construida.Por eso se habla en Psicología de la Reestructuración cognitiva, modificar nuestros esquemas perceptivos para sentirnos mejor.
    -la segunda idea tiene que ver con la hipnosis, que acaba de salir a la palestra, aunque a Freud no se le diera muy bien. Qué pena que una técnica clínica tan importante, por lo versatil y efectiva, sea evocadora de "espectáculos de variedades" y no de rigor terapéutico. Pero, sabíais que la perceción subjetiva de relajación, obtenida mediante sugestiones hipnóticas, es más profunda que con otras técnicas? En los últimos años se está estudiando mucho en esa línea y se están consiguiendo resultados en el tratamiento del dolor, de la ansiedad... Desprovista de la superficialidad del espectáculo la hipnosis descubre su aténtico valor.
    Violeta

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