miércoles, 18 de febrero de 2009

TOPOGRAFÍA MENTAL


El día ha amanecido con luz clara, y con cielo sereno y navegable. He recordado unos versos de mi paisano poeta Rafael Montesinos. Más o menos dicen así: Está la mañana clara.../ Porque está clara mi alma / no porque sea la mañana. Estoy seguro de haberlo experimentado al pie de la letra. Luego leo la entrada de nuestra amiga Tánger, y descubro entre líneas todo lo que para ella, en estos momentos, significa… Un abrazo, amiga Tánger. Estamos contigo.


Vamos al tema de la Topografía de la mente:

El punto de vista TOPICO , o estructural, de la descripción del Aparato Psíquico supone una representación espacial, naturalmente figurada, del psiquismo: la palabra griega “topos”, de la que deriva el término topografía, viene a significar los campos del psiquismo, los terrenos que abarca; considerando a la Psique, al Aparato Psíquico, como constituido e integrado por tres dimensiones (o campos, o sistemas) o por tres piezas, una grande y otra pequeña, que dejan un espacio de intersección.
A la esfera pequeña, la que queda arriba, le pondré por nombre CONSCIENTE, a la esfera grande, que se sitúa por debajo, le llamo INCONSCIENTE, y al pequeño sector de intersección entre ambas esferas le llamaré PRECONSCIENTE.
Y estos son los tres campos del psiquismo, o las tres piezas que integran el engranaje del Aparato Psíquico.
***(Aquí h querido introducir el dibujo de las dos esperas, la grande y la pequeña, con la zona intermedia de intersección. No lo he coseguido. Perdonen mi impericia )


El CONSCIENTE freudiano es el órgano con el que acogemos y procesamos las experiencias (lo que percibimos, lo que vemos, lo que sentimos, lo que pensamos, lo que recordamos, lo que imaginamos, lo que nos dicen, lo que nos hacen...) para nuestro enfrentamiento con la existencia.

Es como un archivo de experiencias con las que podemos contar, primero para nuestro autoreconocimiento: sé quién soy, dónde estoy, cómo me llamo, de donde vengo, lo que me gusta, lo que me alegra, lo que me apena etc., etc... porque tengo una pieza de mi aparato mental que se llama Consciente.

Para Jung las funciones del Consciente son fundamentalmente cuatro: Sentir (recibir sensaciones visuales, auditivas, táctiles...), Percibir (configurar las sensaciones), Afectarme (sentimientos y emociones que me producen estas experiencias) y Pensar (explicación, interpretación o comprensión de lo que experimento). Es como decir que las ventanas del Consciente, con las que experimento mi-estar-en-la-existencia, son estas cuatro facultades que denominamos Sensación, Percepción, Sentimiento y Pensamiento.

Dice Freud en El yo y el ello: “La propiedad de ser conscientes es el único faro en la oscuridad de la psicología profunda”. Es como el foco iluminado que proyecto sobre mi realidad concreta y sobre mi entorno. Y lo mismo que el foco proyecta la luz, el fenómeno del Consciente, su manifestación, su epifanía, es la Consciencia.

Jung la define como “la función o actividad que mantiene en relación con el YO a los contenidos psíquicos (sensaciones, percepciones, voliciones, ideaciones, pensamientos, recuerdos…), en ese espacio tópico denominado CONSCIENTE”.
Todos los contenidos que queden fuera de esta relación directa e inmediata con el Yo serán, por definición, subconscientes.

Un tema de gran interés es la aportación de Anna Freud al Psicoanálisis: los mecanismos de defensa, que pretenden preservar la propia conciencia, la autoconciencia, de ciertos contenidos perturbadores. Estos son, entre otros, el mecanismo de Desplazamiento de la conciencia ( Hichcotk tiene películas memorables fundamentadas en este mecanismo, como Marnie la ladrona, Recuerda, etc.); el de Negación de una realidad, o de algún aspecto de ella, que no se armoniza con la autoconsciencia; el de Racionalización, que elabora una explicación que pueda ser integrable y asumible, aunque no se corresponda con la realidad; el de Proyección por el que se achaca a otras personas hechos o intenciones que uno no quiere admitir en sí mismo o se resiste a tomar conciencia personal de ellos… Hay muchos más, pero en este momento me limitaré a hacer solamente estas alusiones. Y es que, como afirma Freud, los seres humanos se ven con frecuencia sorprendidos, golpeados y movilizados por elementos mentales que no conocen, y mucho menos comprenden, elementos que ni siquiera tienen consciencia de albergar. Y es por lo que elabora, frente a estos elementos mentales, unos mecanismos automáticos de defensa y autopreservación.

Insistiré en que el auto-reconociemiento de cada persona y su auto-desenvolvimiento en el medio circundante lo realiza a través, o a partir, de la auto-consciencia.

1 comentario:

  1. Querido Fernando, en los versos que nos ofrendas en la entrada de esta semana, vemos claramente un ejemplo de Proyección: en esa mañana clara, el poeta proyecta y sostiene su armonioso estado de ánimo.

    El "Yo" es el que a través del "Principio de Realidad" va a ser consciente de su realidad y va a manejarse según las exigencias y las características de la situación que la persona esté viviendo en ese momento.

    Rubén Darío demandaba esa misma luz de la consciencia en los siguientes versos:

    "Hermano, tú que tienes la luz, díme la mía.
    Soy como un ciego. Voy sin rumbo y ando a tientas. Voy bajo tempestades y tormentas
    ciego de ensueño y loco de armonía".

    En cuanto a los "Mecanismos de Defensa", decir que estos mismos dificultan en ocasiones el análisis porque justo pueden dar lugar a la represión de material doloroso. En esa resistencia, el paciente tiende a repetir la compulsión dado que en la repetición hallamos la pulsión -contraria al “Principio del Placer” y al “Principio de Realidad” freudianos. Y es así que Freud va a definir la repetición como “La tendencia propia de la pulsión a reconstruir un estado anterior”.

    Nos adentramos de esta manera en “Lo Real” que va a tener su representación afectiva en la angustia; esta actúa de señal y va a paralizar al sujeto, bloqueándolo.

    En el síntoma queda reflejada la repetición del familiar goce del trauma. El terapeuta tiene aquí la responsabilidad de estimular todo el potencial del paciente, así como la de colaborar en que este sea capaz de romper el bloqueo en el que se encuentra atrapado.

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