martes, 25 de noviembre de 2008

POR LOS CONTINENTES SUMERGIDOS

Hola, amigos. Aquí estoy, fiel a nuestra cita semanal.

La exploración de Freud por el laberinto del alma humana y su descubrimiento de los “Continentes sumergidos de la mente”, que basa todo el sistema de pensamiento conocido como Psicoanálisis, tiene tres “pistas” iniciales:

1.-Un médico famoso: El Dr. Breuer
2.-Un caso clínico de Histeria: El conocido por el caso de Ana O
3.-Y una técnica terapéutica: La Hipnosis

Y de estos tres determinantes surgirá un hallazgo original y revolucionario: El Inconsciente. Como dimensión subterránea del psiquismo, que hemos denominado con el mismo Freud los continentes sumergidos de la mente.

El Dr. Josef Breuer

De el Dr. Breuer tendré que deciros que fue el descubridor del laberinto del oído, responsable de nuestro sentido del equilibrio, y que fue también el que elaboró, sobre la marcha de su práctica clínica, un método operativo, el tratamiento catártico, del que iría derivando lo que fue después, y es hoy, el Psicoanálisis. Tanto es así que el mismo Freud, en sus conferencias en la Universidad de Clarck de Masachusset, llegó a atribuirle generosamente a Breuer la paternidad del Psicoanálisis.

Freud conoció al Dr. Breuer mientras trabajaba como interno en el Laboratorio de Fisiología del Profesor Ernest Brücke, en 1878. (Tanto influyó sobre él este profesor que a uno de sus hijos le puso de nombre Ernest). En este laboratorio se inició Freud en las técnicas de investigación científica, realizando estudios sobre el sistema nervioso de los cangrejos y las glándulas salivales de los perros).

Con Breuer congenió enseguida porque podía hablar con él de literatura, de arte, de filosofía. Por aquel entonces escribió en carta a Marta, su novia, que Breuer “irradiaba luz y calor”, que estar con él era “como estar sentado al sol”. Y sutilmente empezaba a medir con él su estatura, en un movimiento de propia superación ante la imagen de un incipiente Ideal del Yo: “Es una persona tan esplendente que no sé lo que ve en mi para ser tan amable”.

Es curioso que, a su vez, el Dr. Breuer llegó a escribirle a otro colega, el Dr. W. Fliess, especialista en otorrinolaringología, que después fue, durante décadas, el gran amigo y confidente, el alter ego, de Freud: “La inteligencia de Freud está alcanzando su máxima altura: le sigo con la vista como una gallina sigue el vuelo de un halcón”.

Diré como nota al margen de estas anécdotas, que Ernest Jones, en su biografía de Freud, señala la predisposición de Freud a ser muy influenciable, sobretodo por personas a las que le unía un lazo afectivo, y que, en reacción a esta tendencia natural, afirmó un rasgo de personalidad que fue para él causa de muchos disgustos: “nunca fue cosa fácil hacerle cambiar su opinión acerca de cualquier cosa”. Este rasgo se constituye por lo que él después definió como un mecanismo de defensa nominado formación reactiva, que es una disposición automatizada a actuar de modo contrario al que la propia inclinación le llevaría.


Una paciente histérica

Para comprender la influencia del Dr. Breuer en el joven Freud, es necesario encarar el caso clínico conocido por el nombre supuesto de “Anna O” y considerado como el caso fundacional del Psicoanálisis.

En realidad esta paciente del Dr. Breuer se llamaba Berta Pappenhein. Estuvo tratada por él durante dos años, desde 1880 a 1882, a causa de una extraña y compleja sintomatología aparecida a raíz de la muerte de su padre, con quien había estado muy unida durante su vida, y a quien le había prodigado todos sus desvelos durante su enfermedad. Cuando en una calurosa noche de verano de 1883 -”estábamos los dos en mangas de camisa”, le escribió más tarde Freud a su novia Marta-, Breuer le revela a su joven amigo la fascinante historia, desencadenó en éste tantas ideas e inquietudes que le fue llevando paulatinamente a la construcción sistemática de todo el gran edificio del Psicoanálisis.

El caso de Anna O. está descrito en Estudio sobre la histeria, primera obra psicoanalítica, publicada en 1896 y escrita, en colaboración, por Breuer y Freud.

Anna O. fue una persona “excepcionalmente culta e inteligente”, a veces obstinada, con una gran sensibilidad humanitaria, que tenía 21 años cuando se le manifestó la enfermedad, y que llegó a ser posteriormente la primera asistenta social de Alemania y una de las primeras del mundo.

5 comentarios:

  1. El caso de Anna O. es muy interesante, por significar algo así como el momento fundacional -y siempre nos gusta buscarle un principio y un final a las cosas, aunque esa compartimentación de los acontecimientos sea un poco engañosa- pero sobre todo, al menos para mi, por otro motivo. La propia Anna (Berta) llamó a su terapia "talk cure" curación a través de la palabra (parece que todos los caminos nos conducen a Roma, verdad José María?)Ella llegaba a la consulta de su médico y comenzaba a hablar, como si las palabras fueran el hilo que la pudiera llevar a desvelar el misterio de sus síntomas histéricos, como si su propio pensamiento hecho palabras pudiera exorcizar todo su mal... Nietszche dijo en algún momento que las enfermedades del alma eran enfermedades del lenguaje; en el psicoanálisis, como si de un remedio homeopático se tratara, la palabra es el camino de la solución.
    Otra idea que me surge de tu lección de esta semana, Fernando, se refiere al propio Freud, a cómo se fue erigiendo en conquistador, a la importancia que tuvieron en su vida sus amigos, las personas con las que se fue encontrando y que le sirvieron para inspirarse, para estimularse, para medirse... Es muy interesante todo ese universo social, primero muy restringido y luego, cada vez más poblado que llegó a ser el psicoanálisis, y el papel que jugó en la propia evolución de Freud.
    Y para terminar, recuerdo de hace unos tres o cuatro años una exposición en el Museo Judío de Berlín; por supuesto Freud tenía su apartado, pero a mi lo que me entusiasmo verdaderamente fue la presentación que le dedicaban a Berta, la Anna O. de nuestra historia.
    Violeta

    ResponderEliminar
  2. Amiga Violeta:

    Tu extensión terapéutica a la palabra como herramienta valida de acceso a nuestros “continentes sumergidos”, me sugiere una reflexión que quiero compartir contigo y con los demás amigos del blog. Efectivamente, no solo en el análisis sicoanalítico, sino en cualquier comunicación e intelección humana, necesitamos expresar verbalmente nuestro interior a través de conceptos vestidos de palabras. Es la única manera que tenemos de “objetivarnos”. Pero el problema de la palabra, igual que el de la escritura, si pretendemos lograr por su medio la objetividad necesaria para comprendernos, esta en la necesidad de un código común (emisor-receptor) que permita entender en profundidad lo expresado mediante el mínimo verbal o grafico utilizado.

    Sin embargo, puesto que tanto en la escritura como en la palabra el ser humano se auto describe mediante símbolos, (las enfermedades del alma se patentizan en el lenguaje), y puesto que el hombre, por ello, es esencialmente simbólico, será necesario encontrar las claves no solo para descifrar el lenguaje sino para interpretar, objetiva y validamente, lo simbolizado. Seria interesante recordar la importancia de algo que ya he escrito en otra oportunidad: los máximos y mínimos objetivo-subjetivos de la comunicación humana.

    Siempre he pensado que en el psicoanálisis, igual que en cualquier otra terapia autagogica, se necesita un código interpretativo. El terapeuta deberá ser el buscador de los lenguajes comunes que le permitan descifrar el mundo simbólico que el paciente expresa. El psicoanálisis, como ciencia, buscara la metodología necesaria para objetivar ese lenguaje simbólico en claves inteligibles para el terapeuta y, a través de el, para el propio paciente.

    ResponderEliminar
  3. Leyéndoos, Voleta y José Mª, he recordado un texto de Freud, de su libro “Introducción al Psicoanálisis”, donde afirma que las palabras fueron originariamente magia, y que todavía hoy la palabra conserva su antiguo poder, que mediante la palabra una persona puede hacer feliz a otra, o arrastrarla a la desesperación, que mediante la palabra el maestro trasmite los conocimientos o condiciona y modula la mente de sus alumnos, que con la palabra el orador (o el presentador de TV, o el tertuliano, diríamos hoy) subyuga a sus oyentes y los predispone a determinados juicios y decisiones.

    ResponderEliminar
  4. Estás hablando de empatía, José María; ser capaz de mirar desde los ojos del Otro, o como alguien dijo "ponerse en sus zapatos" para comprenderlo.
    Hablamos mucho de palabras, la importancia de la palabras, etc, etc. Pero os recuerdo que no nos comunicamos sólo con ellas, nuestra comunicación no es sólo verbal; de hecho un porcentaje abrumador está representado por la comunicación no verbal, hasta el punto de que los especialistas en la materia llegan a afirmar que el lenguaje no verbal es bastante más fiable que el verbal para llegar al fondo de la situación comunicativa.
    Violeta

    ResponderEliminar
  5. Lacan especificó que la "Identificación" se realiza siempre en términos del otro gracias a lo que él denominó "Estadio del Espejo". A su vez, matizó la diferencia entre lo "Imaginario" (donde el "Yo" se construye a través de lo no lingüístico), y lo "Simbólico" (a través de lo cual el sujeto se construye mediante el lenguaje). De ahí la cita tan acertada de Nietszche.

    En el momento en el que se utiliza el lenguaje, el sujeto adquiere la capacidad de hacer objetivo y así materializar su deseo gracias al discurso.

    Como comenté en otro momento y desde el terreno terapéutico, en el discurso interior que emerge en el análisis se manifiesta el sufrimiento que el terapeuta -desde la "Regla de la Abstinencia" y mediante la denominada "Atención Flotante"- debe interpretar técnicamente. De esta manera va a pasar al territorio de la conciencia todo lo que hasta ahora había habitado en el síntoma y en el malestar vivido.

    Curiosamente, ese dolor que brota de la pérdida del paraíso narcisista de la infancia así como de la falta que engendra, en ocasiones da lugar a un discurso de una belleza comparable a lo poético: ES LA PALABRA HERIDA TRANSFIGURADA EN POESÍA... ES EL DOLOR SUBLIMADO EN ARTE.

    ResponderEliminar